jueves, 5 de abril de 2012

Amado Boudou: el Vicepresidente frente al espejo (Parte 2)


Al entrar a su habitación del departamento cuatro ambientes de Puerto Madero, Amado Boudou, el Vicepresidente de los argentinos, se sacó la corbata y la arrojó sobre la cama de dos plazas. Las luces automáticas del baño en suite se encendieron apenas entró. Petrificado frente al espejo, Amado se quedó  unos minutos examinando su apariencia. Su cabellera joven y rebelde seguía igual de atractiva que siempre, pero esas ojeras definitivamente no estaban allí la semana pasada. Tampoco se acordaba de otra ocasión en que se notaran tan marcadamente las aureolas de su sudor a través de la camisa.
Se empapó la cara y se peinó hacia atrás la melena. Pero la figura reflejado en el espejo cruzó los brazos mientras lo observaba tomar la toalla de manos y le dijo:
-Creo que ya lo sabés, ¿no? Se nos acabó el sueño.
El Vicepresidente, que recibió la revelación propia como una puñalada al corazón, se desplomó con sus brazos sobre el mármol blanco. Tras un largo suspiro, levantó la mirada y se vio preocupado.
-A mí no me vengas con eso, Aimé- respondió Boudou. -Sabés que miles de políticos argentinos han estado involucrado en cosas peores y salieron intactos. Tenemos la mala suerte que nos tocó un gobierno que se encargó de tocarle el culo a los más poderosos. Pero, ¿sabés qué? Estoy orgulloso. Ya le ganamos una vez al hijo de puta de Magnetto, y vas a ver cómo puedo hacerlo de nuevo.
-No sé, Amado. Honestamente, ¿te ves como el próximo Presidente? Decían que ningún gobierno sobrevive tres tapas de Clarín. Sabemos que Néstor probó que no es verdad. Pero no es lo mismo un gobierno que un funcionario. A Jaime lo destrozaron. Ni quiero pensarlo, pero a nosotros nos puede pasar lo mismo... 
Aimé frenó un segundo y observó, casi con pena, la cara de espanto del Vicepresidente. Intentó calmarlo:
-Hay que darnos cuenta de que no somos Cristina. No somos intocables. Tenemos que aceptar que no tenemos las manos limpias con Ciccone ni Vandenbroele. Pero también que es verdad que empezamos en la UCeDé, que no nos simpatiza Moreno, ni Kicillof, ni su ideología...
-Pará, pará...
-Y que preferimos caerle mejor a los del FMI y el Club de París que a...
-Bueno, basta- cortó en seco el Vicepresidente.-Ya sé a que te referís. Pero ya está. Ahora este soy yo. Somos un ex-neoliberal arrepentido. ¿Y qué? Cristina lo dijo: un hombre puede cambiar de pensamiento.
-Sí, pero vos no camb...
-Eso no importa. Yo voy a ser Presidente, y para serlo, voy a transformarme en lo que tenga que ser.
Aimé se quedó mirándolo pensativo desde el espejo. Y finalmente exclamó:
-Bueno, pero para eso te falta transformarte en algo más.
El Vicepresidente lo miró sorprendido:
-¿En qué?
-En un funcionario honesto.
Amado Boudou volvió a su habitación y , al mismo tiempo que las luces automáticas del baño se apagaban, se dejó caer sobre las sábanas de algodón peruano de su cama.