La relación entre Daniel Scioli y el gobierno nacional está alcanzando
un pico de tensión que probablemente definirá la política argentina por los
próximos seis años. Según informó PERFIL el
último sábado, ya es una realidad la estrategia del gobernador de apoyar
silenciosamente las listas del PJ opositor liderado por Franciso De Narváez en
las elecciones legislativas de este año. Balanceándose entre la
"lealtad" que todavía le jura al kirchnerismo, y la construcción de
poder por afuera del Frente para la Victoria, Scioli espera asegurarse no sólo
la gobernabilidad en la provincia de Buenos Aires hasta 2015, sino también
eliminar la posibilidad de una reforma constitucional que habilite la
"re-re" de Cristina Kirchner. Ante la prohibición legal que enfrenta
De Narváez para postularse para Presidente por haber nacido en Colombia, el
camino quedaría despejado para Scioli.
Pero las maniobras del gobernador tienen un tercer objetivo: sacar de
juego al único funcionario que lo supera en imagen positiva e intención de votos, el intendente de Tigre, Sergio Massa. Si el ex jefe de gabinete de
Cristina Kirchner decidiera competir en las elecciones de octubre, seguramente
cosecharía una cantidad de votos y un capital político suficientes para, por lo
menos, permitirle luchar por la Presidencia en 2015. Por eso Scioli no pierde
el tiempo al mover sus fichas: quiere consolidar su poder dentro del PJ
bonaerense antes de que el intendente de Tigre pueda crecer y armar una
plataforma para las próximas elecciones presidenciales.
De hecho, la tentadora intención de voto que disfruta Massa ya llevó a
la alianza que están construyendo José Manuel De la Sota, Roberto Lavagna y
Hugo Moyano a exigirle al intendente una definición sobre sus intenciones para
este año. Desconfiados de los ánimos rupturistas de Scioli, estos referentes
peronistas buscan derrotar al gobernador en su propio territorio a través del
poder de Massa en las urnas.
En busca de un heredero
Ahora, si bien la estrategia de Daniel Scioli parece acertada en
cuanto a su objetivo de asegurarse una victoria en 2015, tal vez debería
recapacitar sobre las consecuencias de dejar a Sergio Massa fuera de sus planes.
Si Scioli apoyara a De Narváez en su candidatura a gobernador de Buenos Aires,
Massa podría buscar una opción alternativa: postularse a presidente como el
heredero del kirchnerismo.
Si bien hoy nos encontramos en un momento de tensión entre el
intendente y el gobierno nacional, el crecimiento de Scioli y las dificultades
del kirchnerismo para encontrar un delfín podrían volver a acercarlos. Massa
lograría el apoyo y la estructura necesarios para derrotar a Scioli; el
kirchnerismo, un sucesor que permita continuar el "proyecto
nacional". Sería, por supuesto, un acuerdo forjado menos por la cercanía
ideológica que por la necesidad. Las opiniones
de Massa sobre los Kirchner reveladas por WikiLeaks, y las chicanas de
la Presidenta al intendente en la última apertura de sesiones ordinarias en el
Congreso lo demuestran.
Con todo, Massa debe gran parte de su conocimiento nacional a su paso
por la Jefatura de Gabinete durante el primer mandato de Cristina Kirchner.
Irónicamente, incluso, durante la campaña de las elecciones de 2009, el
programa ShowMatch lo imitó encomo un "chupamedias" de la Presidenta.
Tal vez, sin saberlo, Massa dejó en ese momento la semilla que podría
llevarlo a suceder a Cristina Fernández de Kirchner en 2015.
Intenciones de voto de los candidatos, según Opinión Autenticada (oct 2012):
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